Brizna de Verdú

21 de agosto de 2018

“Lo sensato es dejar de escribir”. Vicente Verdú. La lucidez siempre causa pavor.

Brizna de ataques de felicidad

18 de agosto de 2018

“Los proyectos de infantilización que promueven Estados muy poderosos, como el norteamericano, han tenido un éxito biológico considerable y la edad actual de las poblaciones occidentales ronda los ocho o nueve años intelectuales”. Historia de un idiota… Félix de Azúa. Qué gran regocijo, ¡es como leer a Thomas Bernhard! ¿Primera conclusión?: en los años ochenta, el libro se publicó a mediados, cabía el optimismo. Segunda: Bernhard suscribiría lo cual a cierra ojos. Tercera: Bernhard tiene suerte de ahorrarse, en The Economist, el reciente estudio sobre las ciudades más habitables del mundo, que sitúa a Viena en primer lugar, y a Osaka y Tokyo en tercera y séptima posiciones. En un tiempo en que la condición de ciudadano ha pasado a la de turista, la grey es feliz porque ha visitado los santos lugares y eso le proporciona ataques de felicidad. De haber leído a Bernhard, sabría que la capital austriaca invita al suicidio y si hubiera hojeado periódicos impresos conocería que en Japón no existe el descanso y allí el hombre vive para ser hormiga. Estas clasificaciones que encumbran a Austria apuntalan la destrucción del ciudadano y su autoconsciencia. Sí creo, por contra, que los países menos gustosos sean Siria, Bangladesh, Nigeria, Pakistán, Nueva Guinea, Zimbaue, Camerún y Senegal, sintiéndolo por quienes consideran posible ser feliz y caminar en taparrabos. En todo caso, las ciudades habitables son una estratagema de aniquilación programada inferior a la dispuesta por la naturaleza. Azúa se vale del protagonista para explicar que el fútbol forma parte de la lacra conspirativa, y alude a la rebaja general de las exigencias morales. “No es de extrañar que la población desarrollada sea prácticamente analfabeta”, concluye. Inevitable pensar en un titular de hace apenas un año: “El 70% de los italianos es analfabeto funcional”. Hay que leerlo dos veces, ¿eh? “El 70% de los italianos es analfabeto funcional”. Sonrisa, regocijo, escalofrío. Todos somos griegos y romanos. El porcentaje surge de cruzar rectamente los datos de lectura con el uso de la lengua, que está en saldo allá lo mismo que acá. Los de la sicología humanista empezarán con el rollo de las nuevas inteligencias… y acabaremos concediendo que saber manejar un móvil ha de tenerse en cuenta para establecer el cociente intelectual. Vuelvo al libro: en él hay unas líneas que ni pintadas para estos días de agosto, o sea, de vacación impuesta por Estados y empresas, o sea, de solaz obligatorio y militar en el que mucho bípedo te pregunta cuándo te vas y adónde, porque él, bípedo, siente la tentación del campo y no entiende que tú no –o que la sientas sin forzar, sólo cuando viene en gana-. Al bípedo le tienta el campo porque en él sitúa el Origen. Y no. El origen está en un cuadro de Courbet, en el más famoso. El bípedo necesita desconectar y anticipa, así, la realidad de que pertenece a la última generación humana. “Debo recomendar la más extrema prudencia a quienes  se encuentren cerca de un riachuelo (…) pues es uno de los escenarios predilectos para el ataque de felicidad, y hay geografías con predominio de prados, lagos, cumbres, costas, en las que pueblos enteros han sucumbido a la descomposición moral y a una forma perversa de felicidad pedagógico-religiosa”. Prueba que el libro es constructivo el siguiente consejo: “Cuando se viaja o reside en tales lugares, es conveniente mantener las ventanas cerradas y leer mucho a Dostoievski”.

Brizna de Naipaul

12 de agosto de 2018

“La India era el gran dolor. Un país súbdito, y también el lugar de cuya gran pobreza tuvieron que huir nuestros abuelos (…) Como siempre, están los que creen encontrar una cualidad espiritual especial en la especial penuria de la India”. V. S. Naipaul, Leer y escribir. Algunos occidentales acomplejados, en cuanto no atisban materia, encuentran espíritu. Y ya, si la ausencia de progreso o civilización es oriental, a la espiritualidad la invisten de misterio y conocimiento. Ignoran la resignación, la ignorancia y, por qué no, la mezquindad. Como dice Manuel Vilas, “el problema de la pobreza es que acaba transformándose en miseria, y la miseria es un estado moral”. También en el ruralismo español hay doblez. Particularmente irritantes me parecen los libros sobre Sarnago –la Soria despoblada-, de Abel Hernández. Pero sería estúpido ignorar las Upanishads. En ellas está el Schopenhauer orientalista. Vivimos en un mundo tonto, excitado por el bárbaro, incapaz de sentir temblor ante lo inefable; hasta Ortega lo vio. Aun así, Schopenhauer no ocultaba que en India la filosofía tiene valor para unos pocos. Los muchos se acogen, dijo, a “filosofías de cuarta clase”, entendiendo por tal las religiones, destinadas a las clases más bajas. Naipaul no confundía pobreza con espiritualidad y escribió impulsado –únicamente- por el deseo de escribir. ¿Qué quiere decir esto? Que lo hizo “con una percepción intuitiva, inocente o desesperada de las ideas y los materiales” que iba usando, “sin comprender plenamente” a dónde le llevaban. Dejaba los planos para los topógrafos. Y para los turistas.

Brizna de deseo fallido

9 de agosto de 2018

“Les diré solemnemente que muchas veces quise convertirme en un insecto. Pero ni eso logré”. Dostoievski, Memorias del subsuelo. La última humillación procede del lema querer es poder. Tampoco ayuda intentar adelantarse a Kafka, claro.