Brizna de Charlie Watts

24 de agosto de 2021


“No me gustan los solos de batería. Admiro a los músicos que son capaces de hacerlos, pero, en general, me gustan más los baterías que se integran en su banda”. Charlie Watts. Las piezas de urgencia hablan de una persona sofisticadalealcultaelegantesilenciosa y capaz de ser invisible cuando convenía. Por eso estaba al tanto de que no es lo mismo forma que adorno. “El reto en el rock and roll es la regularidad”. Algo que ver con la prosa. Sin embargo: “Lo mío es convertir el rock en el sonido de una danza. Debería consistir en deslizarse y botar”. Casi zen, igual a otro Watts, ése, Allan -“El sonido del agua / dice lo que pienso”-. Muchas veces se habla del ritmo en la poesía. Uno considera que la poesía desborda cuestiones relacionadas con el ritmo. El ritmo pertenece a la novela. Lo propio de la poesía es la música. La diferencia es sutil, pero determinante. Charlie Watts fue un escritor narrativo y poético. Total.

Brizna de apuntador

10 de agosto de 2021


“Se sabe que Michael Jackson contaba en su mansión de Neverland con un falso supermercado en el que trabajaban actores a modo de cajeros y reponedores para que el rey del pop experimentase lo que se siente al ir a hacer la compra como una persona normal. En su caso, dicha ficción o simulacro no era una trampa tendida por otros, sino un espacio diseñado para el autoengaño de aquél que se siente descolocado en el mundo real, pero siente la necesidad de ser partícipe de su ‘normalidad’. Este fenómeno no es exclusivo de celebridades enloquecidas, sino que es omnipresente en el consumo de masas”. Iñaki Domínguez. “Toda representación entraña placer”, dice Chantal Maillard, en La compasión difícil. También dice que no hay tragedia sin representación y que todo relato es representación. Cabe deducir que Michael Jackson era un gran escritor, autor de ese tipo de escritura afortunadamente moderna en que la ficción se entremezcla con el ensayo. En La razón estética, Maillard afiló sus armas: “En la época actual, la realidad se ha convertido en representación (…) La razón estética debe repensarse considerando la representación (…) Todo pensamiento es resultado de una representación (…) La experiencia se representa para hacer mundo. Y hacer mundo se realiza y se recibe con placer (…) La imaginación representa; esa es su función (…) Sólo podremos comparar una representación con otra ad infinitum”. Y una advertencia: “En la ironía, la imaginación destruye la representación”.

La aparente incongruencia viene de que lo propio en nuestra época son las dos cosas: ironía y representación. Al superponerse entendemos que algo puede por fin ser y no ser al mismo tiempo. Suponemos que debido a que la ironía, aunque “construye un orden falso”, es simulación: “Ya lo era la ironía socrática: Sócrates fingía que no sabía”.

¿Michael Jackson, entonces, impartió teorías domésticas con aspecto de soliloquio en su alcoba, o repensaba en primera persona la posmodernidad? ¿Se disfrazaba de conejillo de indias para algún dios constructivista? 

Derivada 1. Lo malo de buscar la paz en un pueblo o en el campo, de vivir fuera de la ciudad, es no tener al alcance el ruido de la calle, a imagen del del mundo; un bar, por ejemplo, debajo de casa, en el que observar desde la ventana gente que entra y sale, ofreciendo en ese movimiento sencillo un arte cinético y la impresión de que la vida está ahí, en directo, sin intermediarios, siendo vivida. Algo así como el rumor de las olas.

Derivada 2. Un amigo de mi abuelo, Chelis, gustaba decir, sin causa, que iba a pegarse un tiro... una cuarta por encima de la cabeza. Un tipo clásico, como de John Ford, influido por el realismo. Hoy no habría especificado. El tiro habría sido en la frente o en la sien. Las balas no matan, al menos en la imaginación. La representación es un alzado de nuestra audacia.

Derivada 3. Vila-Matas, cuando tiene insomnio, se dedica a imaginar que es un especialista en ficción crítica y que se ha pasado media vida leyendo Finnegans Wake, en una edición de Faber and Faber, de 1939. 

Corolario. La realidad ya es ficción. No cabe oponerse. Estamos en 2021. Para mal. También para bien.