Brizna de domadores de relámpagos

29 de octubre de 2016

“La víctima que busca a su asesino”. Octavio Paz, La estación violenta. Todos necesitamos quien nos complete.

Brizna de derecho de admisión

24 de octubre de 2016

“El hombre es el camino más corto entre la vida y la muerte”. Cioran. Con baches, acredita la lluvia. El hombre, que fue medida del mundo. No se admiten laberintos.

Brizna de trago

18 de octubre de 2016

“¿Se pierden para siempre / las palabras que olvidamos?”. Tomás Sánchez Santiago, Pérdida del ahí. Las palabras que aprendemos, ¿llegan a existir? “No esperes demasiado de la lucidez”, no mueve la sintaxis; mueve las reglas que la estudian. Es tanta su tracción que no hay quien la desplace. Necesita atracciones abstractas. “Pon / la punta más amada de la lengua / en lugares con sal / ahí donde quema tanto la luz / de lo pronunciado”. Escribir, pues, es como tomarse un tequila.

Brizna de Dylan

13 de octubre de 2016

“La presencia abrumadora de la literatura (…) te empujaba de forma implacable a abandonar tu pasión por la idiotez”. Bob Dylan, Crónicas. La cultura tiznó su cerebro desde joven. Viejos tiznados por costuras de jubón cuestionan el Nobel. La Academia tiene el compromiso de reconocer los otros lugares de la literatura: la política a través del discurso –Winston Churchill-, el periodismo por medio del reportaje –Svetlana Aleksiévich-, y así. El rock, en sentido amplio, se congratula. La música moderna lo merecía. En la clásica retribuyeron laurel a los libretistas –léanse Hugo von Hofmannsthal y Lorenzo da Ponte-. La canción no es poesía a pesar del verso, cierto, pero la canción es un género literario, o subgénero poético, desde antiguo. Necesita de música. Como la ópera. Como algunas miradas. Por eso tantos poetas la han practicado. Lorca, Bretch, busca y te saldrán decenas. Todas las expresiones artísticas están comunicadas, parece mentira que haya quien no se entere: sin poesía –o sea, sin música-, ¡la escultura tampoco sería escultura! Encontrar la sílaba al fonema es arduo; en el noventa y nueve por ciento, las composiciones carecen de altura. Hoy Suecia, entre otras cosas, honra al siglo XX. Los Nobel no suelen fallar. Borges está a años luz de Dylan. Pero Dylan merece el suyo más –y me mojo- que Tranströmer y que Szymbroska. Y si él no lo merece -en plan purista-, ellos tampoco -también, en plan purista-. [Metidos en harina: Murakami, otro candidato, es muy buen autor, no excelente: jamás merecería el galardón por exceso de subrayados en su obra] “Algunos detalles prefiguran lo que está por venir, pero uno no siempre los reconoce. Entonces, pasa algo inmediato que te proyecta a otro mundo, a lo desconocido, y lo entiendes instintivamente. Entonces eres libre”. Sólo en libertad existe la vida. Sólo con libertad, la obra de arte. Tres elementos, señala Bob, “si falta uno, no sirve”: experiencia, observación, imaginación. Los ingenuos creerán que Dylan es el folkie de hace medio siglo, Blowin’ in the wind y esas cosas -que salvo ellos nadie escucha-. Lo peor del Premio será aguantar algunas glosas. Ignoran que Dylan lleva décadas en los discos más radicales y los directos más oscuros. Que irle a ver por las buenas, sin saber, causa la misma impresión que tiene el que parpadea con la esclérotica raspada y dice: “Espera, se me ha metido algo en el ojo”. Más áspero que un felpudo, ese es. El que escapa al tópico. Al que no se puede encerrar porque atraviesa paredes. El que vive en un autobús y se alimenta de hamburguesas. El que esculpe y pinta. El posmoderno de la modernidad. Cuya inteligencia no la sostienen las columnas de la Biblioteca del Congreso de EEUU. “Tenía muy poco que ver con la generación a la que se suponía que iba a dar voz. Se trataba de ser coherente. Me sentía más vaquero que Flautista de Hamelin (…) El mundo necesita siempre alguien que encabece la carga contra el Imperio Romano”.

Brizna de Fo

13 de octubre de 2016

“Soy ateo pero cultivo la duda”. Dario Fo. ¿Cabe otra cosa? En la muerte no hay más censura que el canto de las aves perturbando la paz del cementerio. Por fin, la libertad.

Brizna de restos

12 de octubre de 2016

“Advierto el andar / de alguien que me sigue, / y el eco de otros pasos / que tal vez son los míos”. Dionisia García. Somos una pisada del tiempo. El reflejo indistinguible de una sombra. “Los árboles sin hojas lucen su osamenta” y el ciclo de la naturaleza se detiene en la hoja caduca. Hay pintadas en el cielo que prorrumpen: “Temía no haber existido”. En ellas, el testimonio de la duda: ¿eres la proyección caprichosa de tu mente?

Brizna de Wadja

9 de octubre de 2016

“No hay que esperar a que venga una idea genial”. Wadja. La inercia te lleva a que la vida sea lo que pasa mientras esperas que algo ocurra. En realidad, la vida no es más que una elipsis. Un subir por las escaleras. Algo que los directores cortarían en Montaje. Unos peldaños que, perfectamente, pueden subir hacia abajo y dejarte a ras de suelo: sabemos por Escher que la proyección sobre plano es dual y equívoca. Por eso hay que defenderse y pensar que las ideas irán tomando forma. “No hay que parar”.... ni acelerar.

Brizna de estaciones

4 de octubre de 2016

“La primavera del invierno, la estación que prefería y que sólo dura unos días”. Modiano, El horizonte. Ese helor, esas flores, ¿son promesa de lo que fue?, ¿anuncio de lo que será? El futuro es melancólico porque hace votos con el pasado. Con el volante se avanza; con el retrovisor también. Piensa que la esperanza es triste en origen, y devocional en su desarrollo: “A mí nunca me ha parecido el otoño una estación triste. Las hojas secas y los días cada vez más cortos nunca me han hecho pensar en algo que se acaba, sino más bien en una espera del porvenir” -En el café de la juventud perdida-. Después del otoño, la primavera. Después de la primavera, el invierno. Después del invierno, la primavera. El verano es interregno.