Brizna de todo y nada

2 de febrero de 2013

“Me interesa de internet el primitivismo”. Agustín Fernández Mallo. “Han cerrado Megaupload y muchos estamos más tristes, éramos más hippies ahí (…) La utopía del paraíso del no pago me parece bien como idea, aunque luego sea falso”.
1. A las machadas, con Machado: “De cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa”.
2. Claro que es falso. Se paga el conducto por el que transcurren los contenidos. A resultas, importa el fuselaje. Ni las mercancías ni los pasajeros. El fuselaje es importante dentro del arte; pero aquí resulta actividad económica y, como mucho, tecnología. Alguien dijo que alcanzamos el Bienestar sin correspondencia con la cultura. En todo caso, el arte nos devuelve a la modernidad. Internet está lleno de vacío e indolencia, es una gran carcasa. Y es mentira que haya utopía en la gratuidad. Los utopistas creían en el esfuerzo y hasta en el dogma. La utopía, por descontado, es moderna, no posmoderna. El relativismo no aportó nada en cien años de existencia. La propia biología niega el nihilismo, sólo hay que leer De las células a las civilizaciones.
3. Mallo admite, reconozcámoslo, que las redes sociales son una chorrada -“un sacatiempo”- y las tecnologías no sustituirán al papel. Y que no le gusta la gente, un detalle importante. Canetti, sentado siempre a la mesa, aborrecía también a la gente: “Pero uno no aborrecería a nadie de quien supiera que debe morir muy pronto”. No hay quirófanos que frenen el final de las cosas. Siempre hay que tener un responso a mano.
4. Cuidado. Morir es desaparecer. Salir. De la vida. De alguien. Cuando una pareja –el todo- rompe, las partes mueren –ver Los enamoramientos, de Javier Marías-. Hay personas que después de muertas siguen vivas. ¡Pero están muertas!, recuerda Balzac. Y la vida aleja al muerto –Canetti-. “Jamás ha existido”, de hecho. Delicada paradoja: que jamás haya existido aquel que no sólo existió, sino que lo sigue haciendo.
5. Ojo: “¿Debe un muerto mantenerse lejos? Por muy pérfidamente que se comporte el muerto, el vivo merece esa perfidia”. Ay, los vivos, demasiado cómodos para agacharse a lustrar los zapatos del fallecido. No piensan en lo que no existe. El arte fija sus ojos en lo invisible. Los cómodos no lo saben. Y pierden. Siempre. Inevitablemente. La banca es la muerte. Ella gana. También siempre.