12 de marzo de 2016
“Mi vida era fantástica
porque era prosaica”. Holan. Normalidad
bien temperada. La ceguera de Borges no le impidió escribir ni vivir. Ni siquiera dirigir la Biblioteca
Nacional, cargo que aceptó al año de perder la vista y a pesar de que no alcanzaba
a leer los lomos del casi millón de volúmenes que tenía alrededor. No hay que montar en
globo a menudo para ver el cielo. Es más: el cielo desde el cielo es invisible.
Lo que sí se puede es, dentro de una vida prosaica, defender la ceguera como
lente de aumento. La seriedad no está reñida con la extravagancia.