4 de septiembre de 2017
“Yo no sabía
que estaba haciendo fotografía social en aquel momento. Yo sólo hacía
fotografía y buscaba imágenes que me emocionasen”. Joan Colom. No hay como no
perseguir un objetivo para encontrarlo: la espontaneidad te premia. En el libro
Izas, rabizas y colipoterras metió imágenes de prostitutas y una, al verse identificada, amagó con demandarle. Nos puede pasar a cualquiera: al arte le
corren a porrazos siempre que pueden. La representación no necesita denuncia,
necesita crudeza, y esto el vulgo no lo capta. Colom sacaba culos mejores
que los de las ‘Señoritas paseando por Gran Vía’, de Catalá Roca. El derecho a
la intimidad, en fin, choca con las obligaciones del arte. También puedes hacer como
Patino: guardarte el documental para sacarlo después de muerto Franco. Pero lo ideal
no es eso, sino captar la epifanía y reproducirla.