Brizna de solitud

30 de abril de 2018

“17 de mayo. Voy a quedarme en casa unos cuatro o cinco días, no para descansar, porque no hago nada, sino para no ver ni oír a nadie, excepto a mi criado José”. Machado de Asís. Memorial de Aires. La quietud es la variante del paseo. Hace cuatro días Rebeca Yanke publicaba la siguiente entradilla: “Frente a una sociedad patológica, existe también otra beneficiosa que se contrapone a la veloz vida digital. Hay también herramientas para llegar a disfrutarla, como atreverse a caminar por la ciudad”. A veces pienso que ir al campo es como ir al gimnasio. Me convenzo de que pasear por la ciudad es más ecológico y provechoso; además, pasear por el campo supone una redundancia. Y hay que llevar bicarbonato en el bolsillo. Al hombre moderno la contaminación le aumentó la esperanza de vida y le dotó de versos -Whitman, Baudelaire, tantos-. “La felicidad tiene también sus vendavales”. De lo contrario, ¿cómo avanzaríamos?