29 de junio de 09
“Es un fardo pesado. / En cuanto llegue al río / lo arrojaré a las aguas / que, sin quererlo, pasan. / De pie en alguna piedra / contemplaré los círculos, / hasta olvidarlo todo, / hasta olvidar que olvido”. José Corredor Matheos. La mayor virtud de este poema es su referencia a los presocráticos, esas aguas que, sin quererlo, pasan y pasan. El agua engulle los objetos, los fardos pesados, pero no los recuerdos, que casi siempre, aunque simplificados, quedan flotando en la superficie y hasta en alguna orilla.
Olvidar es un verbo que soy capaz de conjugar, pero pronto reparé en que prefiero recordar a soñar.
El poema lo cierra Matheos diciendo: “Yo soy el río”. Eso es lo único cierto.