7 de junio de 2011
"Vivo en la catástrofe misma". Enrique Vila-Matas. Y tú. Y yo. Contextualicemos: "Internet es un completo zafarrancho, un brutal embrollo (...) Digo futuro, pero en realidad es presente. Me sorprende y hasta divierte que (...) se me haya acusado de apocalíptico (...) pues (...) vivo en la catástrofe misma".
Lo que se compadece con lo que ayer decía Dragó: "De la misma forma que soy pesimista respecto a la marcha del mundo, lo soy también de la literatura. Los escritores somos una especie en extinción. Televisión, literatura e internet son cosas incompatibles. Perecerá la literatura".
Internet es una letrina. Gratuita. Of course.
Y vuelvo a Vila-Matas: "Siempre han existido este tipo de cantamañanas, de hermanos Goncourt que dicen que no pasa nada y que la poesía y la belleza se mantienen en forma. Son los mismos a los que no alarman los horrores que ensombrecen al mundo y con respecto al lenguaje no ven peligros, probablemente porque nunca han creído en el poder de las palabras; son los mismos a los que no sobresalta la creciente difusión de la idea de que, por encima de todo, el escritor contemporáneo ha de tener en cuenta los derechos del lector como consumidor, pensar en ese lector y no complicarle la vida. La consigna que en el fondo hacen circular estos seres tranquilos es la de que los narradores que piensan por cuenta propia y tienen mundos que se desmarcan de la bobada general, cada vez tendrán menos lectores y editoriales".
Dicho queda y bien clarito. El que se quiera engañar, que se engañe. Ser apocalíptico es de bien educados; lo contrario, de biempensantes. Y en esto no hay ironía.