14 de marzo de 09
“El mundo de los placeres ambiguos donde la belleza se libra de toda carga moral”. Manuel Vicent. Hay otros, pero el sinónimo directo más aproximado de ‘belleza’ es ‘moral’. La estética es una disciplina filosófica. Proust la subvirtió el día en que, de joven, paseaba por las Tullerías junto a la persona amada. Nunca merece la pena. Como resuelve Vicent leyendo a Proust: “La memoria y la melancolía pueden reducir a la unidad todos los días de la existencia”.
A Rubén Abella, cuyo amor esquivo es llano y firme -bravo-, le oí hace poco también que la belleza es un posicionamiento moral. Creer en Ella, pues, es acercarse a la Verdad. Obvio. Pero hay que repetirlo, ya que el desgaste que la frivolidad produce en el colectivo puede acabar reduciendo la belleza a un pintalabios. A unos escombros, o sea.