28 de junio de 06
Habanero admirado, Aute lo rescató nocturno para una canción alevosa. La selva invadía el lanchón y la noche, a la deriva. Vivía como escribía, a imagen del Caribe. Y escribía cuanto podía. Si Thomas Mann subió sin arnés la montaña mágica, Ernest hizo lo propio con la mayor altitud africana.
“Las nieves del Kilimanjaro” parecía ocultar un misterio. En el relato se muestra un paraje cano como un verso sin rima o las barbas del dueño del yate “Pilar”: “La cima cuadrada del Kilimanjaro, ancha como el mundo entero -describe-; gigantesca, alta e increíblemente blanca bajo el sol”. Para la cosa esa del cine, Henry King se encargó de dirigir la versión de los hechos. Pero de una cosa y otra dista algo más que un puñado de años. Por eso, Hemingway, hoy, delira. A los ojos contaminados y contaminantes del siglo XXI. La boca del volcán apagado de Tanzania ya casi no habla.
Todo lo pasado es historia. Esta obviedad parece uno de los lemas del presente. Y, cuanto más patrimonio aniquilamos, señal de que vivimos mejor: somos esas moscas de la fábula que mueren saciadas. Las nieves que él daba por eternas, dicen, en veinte años no existirán. Quizá sea esto el retrueque definitivo del genio. Pasar una realidad novelada en forma de relato a herencia revelada de ciencia ficción. ¿Un cambio natural de géneros o una mutación artificial pero premeditada? ¿Sabía de todo esto Hemingway y no nos lo había dicho? ¿Qué pensarán los habitantes del siglo que viene -si lo hubiere-? ¿Lo tomarán como una fantasía vernesca? Si los periódicos van a ser la veta del historiador, ¿lo sabremos publicado? ¿O la administración estadounidense de turno pagará informes que contradigan que la montaña existió veinte años ha?
¿Sería apócrifo el relato con vocación de futuro? ¿Sería una vuelta de tuerca similar a la de esos autores borgianos que inventan y atribuyen citas? ¿Creó Hemingway lo que nunca existirá? ¿Arderá una Troya de papel y esquilmará la literatura antes que el ser humano? ¿Verá la Historia a éste llorar? De la memoria no aprendemos, -la experiencia no sirve de nada- y dejar las cosas en las manos prestadas del tiempo conduce a robos; el que espera a decidir nunca decide... ¿Las bibliotecas son una excusa para encerrar el saber? ¿Arderemos por turnos? ¿Alejandría existirá? ¿Algún día existiremos? Somos nieve fundida.
Dice el alcalde que somos unos vándalos y que necesitamos que se nos ate corto. Y lo peor es que debe de ser cierto. Los que esperan que el neumático de otro coche apague el cigarrillo que ellos han tirado por la ventanilla requieren mano dura. Mano dura, también, con los que tiran la bolsa al suelo después de zamparse los gusanitos o el plástico de la cajetilla de tabaco al salir del estanco. Y que duden los cafres antes de destrozar el mobiliario público. Que la duda es método. Hasta con 3.000 euros de multa se pueden encontrar estos cerdos de nuevo cuño. El ecologismo es severo y una necesidad para el norte de Europa; aquí la gente no tiene conciencia del medio, como para tenerla de clase. Qué falta de educación ambiental.
Groenlandia es otra geografía que está en vías de extinción desde que se sabe que el derretimiento fruto del cambio climático es imparable. El 8 de abril conocíamos que dentro de unos cientos de años el nivel global del mar habrá subido más de siete metros. Bangladesh, Florida -adiós, mafia- y muchas islas pacíficas desaparecerán bajo el océano. Y cientos de años no son tantos. Con unas esperanzas de vida como las que estamos conquistando, quizás les toque a los nietos de nuestros nietos. Pero no hay por qué ir tan lejos: asesores científicos de la presidencia de EEUU avisan que en quince años algunas zonas habrán muerto de contaminación, como Países Bajos. El Nilo o el Danubio serán los pozos petrolíferos de hoy. Lo peor es que la basura de uno se la come el otro. El nivel de dióxido de carbono ha aumentado un 31% en los últimos 50 años. ¡Más de la mitad de la nieve que cae actualmente se funde y se convierte en agua antes de llegar al suelo!
Y si las nieves desaparecen, el hielo ya lo ha hecho: Greenpeace ha anunciado hace nada que el 70% de los hielos perpetuos de Pirineos han desaparecido. Los hielos perpetuos... en eso estaba Hemingway. Los glaciares de la Patagonia pierden cada año 43 kilómetros cúbicos, volumen equivalente a 17 millones de piscinas olímpicas. Hay que releer estos datos porque a la primera son difíciles de asimilar. El que diga que el cambio climático no ha dejado la ropa en el perchero es un ignorante o un sinvergüenza. Datos son amores.
Hemingway disfrutaba en la Cuba revolucionaria y escribía libros que le merecieron el Nobel. La narrativa conducía a un escritor herido, sobreviviente del amor y otros peligros, convaleciente de esa vida que mata. Las nieves han sobrevivido al Nobel, al amor, a la aventura, pero no así a la contaminación.
La NASA ha hallado que no sólo la capa de ozono está en peligro. El campo magnético terrestre también. Tras ese término tan poco común, tan inasequible, se encuentra el “escudo” que nos resguarda de los rayos solares. Pues bien, tiene fisuras. La consecuencia de unas grietas sería perder el norte. El sentido figurado lo es también literal: no en vano la brújula depende de esa capa magnética. Es una amarga metáfora de lo desnortados que estamos.
Por estas cositas de nada tiene sentido el bando del señor alcalde. Pero no todo iba a ser bondad cristiana en él. También nos intenta colar un freno a la libertad de expresión como una ley de acompañamiento. Fiesta de disfraces. Carnaval en pleno verano. “Protección de la Convivencia Ciudadana y Prevención de Actuaciones Antisociales”. De refilón, piden una fianza para a quien pretenda realizar actos públicos o prohíben el reparto de octavillas en la vía pública. Se han ganado 349 alegaciones presentadas por ONG, asociaciones, oposición y particulares.
Ha sido un parto vivíparo. Ha costado pero ha nacido. Ya tenemos superordenanza. Hay animales que tardan años en salir del vientre de la madre. Algunos tardan en parir docenas de meses encadenadas. La leona viene a estar preñada casi cuatro meses. En este tiempo, el león caza para los dos. Dice Aristóteles en “De animalibus” que el león la cuida día y noche. Los leones suelen ser vagos; éste que tiene alquilado el consistorio, de la Riva, con buen pulso esta vez, ha parido, como si de una hembra se tratase, una serie de recomendaciones de obligatorio cumplimiento. La calle la ha bautizado “ordenanza contra el vandalismo” y dicen que no ha sentado mal. ¿Pero sabe el texto entero? Porque a cívicos nos apuntamos todos. ¿Sabe esta mayoría que se persigue al que usa la libertad de expresión lo mismo que al que escupe el suelo? Hay que alabar una parte importante del bando, pero no confundamos el vandalismo con la libre exposición de pareceres. Los derechos y libertades son un acto vandálico sólo para aquellos que tienen nostalgia del bigote.
Para los que ensucian bien está. Si la contaminación produce más calor que el verano austral, habrá que terminar con conductas insolidarias y peligrosas. Debe de haber sido porque el señor alcalde tiene bien presentes las “nuevas generaciones”. Lo que pasa es que no sé si para él tienen el mismo significado que para mí.