12 de dciiembre de 05
A veces uno exhala una armónica y no consigue reproducir ningún sonido digno. Otras, el de la mesa de enfrente en el restaurante sopla el caldo del cocido y le sale una sinfonía. Será cuestión de estar dotado.
Dice la fábula que el asno sopló la flauta y ésta sonó por casualidad. Cincuenta y cuatro iglesias románicas del norte de Castilla y León van a ser restauradas. La flauta ha sonado. Aunque no sabemos si tocar instrumentos musicales desgrava -hay empresas que toman becarios infrautilizados de antemano únicamente por cobrarse la subvención-. Lo mismo sale ventajoso tocar flautas románicas y no nos hemos percatado de ello. Igual nos hacen ‘gratuitamente’ maltrechas plazas de Zorrilla por toda la Comunidad. Es lógico pensar mal por lo extraño de la situación: tantos años descascarillándose las arquitecturas y, de repente, el gobierno regional encuentra saludable mantenerlas en pie.
Se van a invertir casi diez millones de euros hasta 2012. Los promotores esperan que la “puesta en valor de los bienes provoque una reacción causa-efecto que beneficie el desarrollo de la zona y frene la despoblación”. Pura frase administrativa de quien se aburre redactando informes y discursos para inaugurar tramos de autovía. Acabáramos, la requetefamiliar despoblación. Tardaba en dejarse caer como excusa de unas declaraciones. Lo que pasa es que los del PP se perpetúan sin dar solución al tema. ¿Alguna vez se le pasará por la cabeza al electorado la posibilidad de modificar el signo de su papeleta después de cuatro lustros? Aunque sólo sea por ver si el resto es igual de pasota y alegre. A lo mejor tendríamos una legislatura de flauta dulce. Da la sensación de que el mal es endémico y la caída libre del gentío, imparable. La demografía en la Comunidad hace ‘puenting’ y no va a haber iglesitas capaces de evitar que las tasas de población se tiren al vacío atadas con mosquetones a una cuerda que cualquier día se nos rompe.
No hay que poner excusas, no hay por qué sonrojarse por defender una actuación en favor del patrimonio. El arte hay que conservarlo porque sí, sin más, sin dar mayores explicaciones. Si alguien se pone preguntón le diremos que por diferenciarnos de los animales y entender que el arte es una expresión alta de la inteligencia humana; aparte de por respeto a nuestra identidad y por honestidad con la Historia, que es tanto como decir con nosotros mismos: la Historia es la catedral de nuestro árbol genealógico.
Nuestros cimientos no merecen el desdoro de un malvado estío que seca las raíces porque al servicio de mantenimiento de parques y jardines se le haya olvidado dónde guardó la última vez las mangueras. Los cimientos firmes son capaces de impedir que la civilización se extinga a causa de un cambio climático. Pero pasa que ahora se construye en la ilegalidad, que el ceodós se va a comercializar como perfume chic para regalo de estas navidades y que el mínimo sentido cultural de la especie nos lleva al máximo común divisor del vicio. Vamos, que si hay que cargarse el atrio de la Catedral porque sólo sirve acoge a borrachos y drogadizos, ponemos un poco de goma dos y a la mierda juanesdeherreras y la estabilidad del templo.
Entre pitos y flautas se cifran en más de dos mil los testimonios románicos catalogados en la región. Castilla la Nuestra posee un tesoro europeo: en un radio de 35 kilómetros, más de un centenar de edificios románicos. No obstante –veremos a partir de este momento- ya podía haberles fallado el pulso durante tantos años a construcciones imponentes como la de Támara que si no pasaba por sus naves un Camino de Santiago que les salvara la vida, ahí se pudrían. En el camino –con minúscula-. Con las sillerías de coro vistiendo una mordaza en la boca. Dicen que nunca es tarde, no lo sé. Los homenajes póstumos sirven para echar flores a difuntos que se han quedado sin olfato para olerlas y sin pies para pisotearlas cuando no son de su agrado.
Las iglesias datan de los siglos XI, XII y XIII. En ese tiempo lejano no estaban para muchas flautas, sino para polifonía vocal, rezos diarios y oraciones cantadas en vísperas de Cuaresma. El barroco era una estrella lejana en el universo, el resto de la música antigua no se avistaba ni con telescopio. Esto lo ha oído la Junta y sus funcionarios han echado un pregón. Por lo de vocal. El plan lo va a llevar a cabo la Fundación Santa María la Real, presidida por Peridis, un diletante metido a viñetista, un filósofo del carboncillo y del presente que hace humor político. Santiago Amón quedó detrás. Peridis piensa en lo humano: legar a los hijos un patrimonio tan rico, -“mantener en pie estas iglesias es la manera de volver a recordar a todos los que vivieron aquí”-; la Junta, en lo divino: a ver si logran una declaración conjunta Patrimonio de la Humanidad, el ansiado galardón que concede la Unesco.
Pistoletazo de salida y redacción de proyectos de intervención y de ejecución. Lo primero, recuperar la ermita rupestre de Olleros de Pisuerga, en Palencia. Esta iglesia, parecida a las de Cervera de Pisuerga, Cezura y Villacibio, está excavada en roca.
El flautista de Hamelin era un domador disfrazado de músico. ¿O era al revés: músico que estudió la doma? Herrera no es ni galgo ni podenco; ni músico ni domador. Pero comanda la fauna regional. Juan Vicente es simplemente el sustituto de Lucas. Aunque con más talante y mejor verbo. Pero si hace sonar la flauta será también por casualidad. Para futuras posibles ocasiones -por si algún consejero se lleva el instrumento de otro a la boca y logra notas musicales dislocadas- más valdría enseñar la diferencia entre música y ruido. El castin para hallar profesor se haría en un aparcamiento cualquiera de los que tiene en cartera de la Riva. Otro que tampoco va a solucionar el problema del tráfico, pero mientras tanto se divierte tocando esa flautilla reducida y de nota única que es el pito de guardia de tráfico.