22 de marzo de 05
El arzobispo invita a vivir la Semana Santa “no por pura estética”. Y lo dice él, ataviado con mitra, pectoral, capa, levita, estola y demás ornamentos típicos. Lo que quiere Braulio es que no juremos en vano, que no admiremos a Gregorio Fernández o a Juan Guraya más que a Dios. Sobre todas las cosas.
Se nos han presentado unos días moviditos para santificar la fiesta: traqueotomía papal, cambios en el Episcopado y absentismo espiritual en aumento. Las Iglesias se hicieron tan altas, tan anchas, tan tridimensionales -o más-, a fin de acoger todas las almas del mundo. Pero con esas plantas tan resultonas ahora se notan más los vacíos. El eco en las vigilias no es problema de megafonía, sino de la escasa parroquia que acude al templo. Los bancos están vacíos, mas no pasan por arte porque no son de madera policromada.
Mientras Braulio hace en su casa lo que puede, la Conferencia Episcopal hace lo que debe, esto es, “renovar talante”. Y arrincona el ceño permanentemente fruncido de Rouco -que tiene nombre como de actor porno-. La Iglesia es una institución muy política y escoge sus presidentes en función de los monclovitas. “Lo primero que debemos hacer es que entren los pobres en nuestra carne”, dice “un tal Blázquez” -Arzalluz-. Este hombre habla de la carne como si no tuviera sexo. El asunto es que los obispos han escogido a un señor de Bilbao, aunque abulense, para que les represente y, de paso, mediar entre las elecciones de Ibarretxe y la política Moratinos, que es una cosa, Exteriores, que terminará por abarcar el País Vasco.
Blázquez no sabemos si es creyente, pero la condición se le supone como al soldado la valentía. Y parece buen interlocutor. El presidente de la Conferencia Episcopal propone sus cosas con entonación delicada. Y está ‘enorme’: firma “en conciencia” una pastoral a favor de Batasuna -también suscribió la misiva contra la ilegalización- y se muestra comprensivo con la causa homosexual -“nadie debe ser discriminado”-. También cita a “socialistas franceses”. Este hombre va a salvar la Iglesia por unos años, a no ser que la ‘radio oficial’ saque una asociación mental de las suyas y le llame terrorista. ¿Por qué era necesario un prelado así? El pasado 13 de febrero los obispos de Navarra, Bilbao, San Sebastián y Vitoria hicieron autocrítica: concluyeron por escrito que la Institución va contracorriente. La pastoral resultante, de 71 folios, dejó claro el distanciamiento con la sociedad civil: “El presente es crudo; el futuro es sombrío”.
Los jóvenes se alejan de la casa de Dios, lo confirma la demoscopia. Acaba de redactarse un informe a partir de una gran encuesta de opinión entre los universitarios españoles. Ay, la Iglesia. Cuando éramos imperio el sol no se ponía en nuestros dominios -que siempre han sido los suyos-. Hoy, en contraste, amanece la oscuridad en los ábsides de las iglesias, como cuando el gótico. Malos tiempos para las religiones. Bajos designios para el catolicismo. Para los jóvenes con estudios la institución social peor valorada es la Iglesia -la prensa tampoco sale bien librada-. El 40% se define de izquierdas y el 37% de centro. La derecha no existe o es un avestruz. Si alguien podía salvar la nave católica o solicitar alguna indulgencia temporal era Blázquez.
La Semana Santa es una celebración cada vez más pagana, más propia de turistas y amantes del arte que de liturgistas. La doctrina se quedó anticuada. El deambulatorio lo llenan un peripatético y dos fieles curiosos. Los actos litúrgicos son un atajo de las emociones. Braulio ya lo ha dejado escrito en Tribuna Libre: “La Conferencia Episcopal es una institución al servicio de los obispos españoles y de nuestras iglesias diocesanas”. Para el creyente ‘numerario’ no pasa de algo colateral.
Lo que no es colateral al individuo es la conciencia. La conciencia es un ente corpóreo, un problema doméstico, alejado de los más allases y las consignas impartidas por cualquier jerarquía que no sea la voluntad. La conciencia es la razón que conduce a la felicidad. Y por ello, golosa. La conciencia no tiene recaderos, pero le surgen prebostes a cada respiro que se toma. El catolicismo tiene preparada una cosa muy bonita que, a estos efectos, purga. Mis gatos se purgan comiendo hierbas como los practicantes se purgan con un examen de fe. Y el que menos ‘fallos’ tenga, capador. La prueba es de una inocencia -o de un anacronismo- que causa perplejidad. De haberlo conocido, el profesor Franz de Copenague habría tomado ideas de este vivero para construir sus cacharros. Lo imagino publicando en el ‘Tbo’ inventos para catequizar o confesar. Creando plumas de escribir que sólo ponen en el papel lo que el cura quiere leer. Con tal efecto, se escribirían unas palabras distintas de las preconcebidas. Para luego condenarte. Magias, milagros. Imaginaciones, no más.
El caso es que Mariano Paredes me saluda con un ‘Examen de conciencia’ mientras nos tomamos una sartén de huevos en Platerías, calle que algún día habrá que quemar, como se ha propuesto alguna vez desde estas páginas. Me pasa bajo mano algo que por el Arzobispado corre, sin embargo, a manos llenas. Y digo ese sorprendido ‘sin embargo’ porque a la vista de un profano se trata de preguntas onerosas. Ahí van siete de las 32 que contiene: “¿Hago con desgana las cosas que se refieren a Dios?”; “¿Me doy cuenta de que tener hijos es un compromiso con Dios?”; “¿He sido causa de que otros pecasen con motivo de mi conducta o mi modo de vestir?”; “¿He realizado actos de lujuria?, ¿solo o con otras personas?”; “¿Evito y rechazo las escenas eróticas de la televisión?”; “¿He aceptado pensamientos o miradas impuras?”; “¿He practicado, aconsejado o facilitado el crimen del aborto?”
Aunque es cierto que morimos en un mundo falto de estética y valores concretos, la fe es una cuestión particular. Y catolicismo y cristianismo no siempre concuerdan, ¿verdad Galileo? ¿Verdad, Hitler? Lógico es, pues, que manteniendo este discurso se alejen totalmente del mundo. Zapatero habría dicho delante de Carrillo: “Lo que no sé es si los católicos son menos católicos...” Las verdades católicas son en ocasiones mentiras a las que debemos tender, según la ciencia. Por los bajos de la realidad, en los sótanos de la vida, se guarece la vieja doctrina, perviven las catacumbas. Aquellos que la defienden son unos valientes, unos estadistas de manual, ávidos de decisiones impopulares y credos increíbles que nos reportarán algún bien intangible. Se busca a Dios, ya lo advirtió David Torres en la página dos de EL MUNDO hace no tanto. Para encontrarlo vamos a tener que acabar recurriendo a un vientre de alquiler.
En el sur de nuestro país es relativamente frecuente oír al compás de las cofradías: “¡Hija de puta!” Como destinataria, la Virgen. La sobriedad que adorna las procesiones castellanas es propia de quien ha hecho de la necesidad virtud. No tomarás el nombre de dios en vino. Pero entre procesión y procesión, un tinto y privatización al canto: el Ayuntamiento desestima la gestión mixta y convoca un concurso público a la medida de Agualid -que ya se encarga del abastecimiento de la capital- para administrar las instalaciones de agua en el camino Viejo de Simancas. Depuradora ‘municipal’ en manos privadas. ¿Algo positivo?, ¿algún exvoto en estas fechas tan señaladas?: las reservas de plazas en los distintos alojamientos de turismo rural en Castilla y León rozan el 100%. Algo es algo.