Brizna de estrellas

30 de junio 09

“La noche está estrellada y tiritan azules los astros a lo lejos”. Ana Mellado. Da igual que sea de día; creo lo que leo. La noche, las estrellas, la lejanía. Otros creen lo que ven, a ellos los sentidos les pueden engañar.

Brizna de olvido

29 de junio de 09

“Es un fardo pesado. / En cuanto llegue al río / lo arrojaré a las aguas / que, sin quererlo, pasan. / De pie en alguna piedra / contemplaré los círculos, / hasta olvidarlo todo, / hasta olvidar que olvido”. José Corredor Matheos. La mayor virtud de este poema es su referencia a los presocráticos, esas aguas que, sin quererlo, pasan y pasan. El agua engulle los objetos, los fardos pesados, pero no los recuerdos, que casi siempre, aunque simplificados, quedan flotando en la superficie y hasta en alguna orilla.
Olvidar es un verbo que soy capaz de conjugar, pero pronto reparé en que prefiero recordar a soñar.
El poema lo cierra Matheos diciendo: “Yo soy el río”. Eso es lo único cierto.

Brizna de fluctuaciones

28 de junio de 09

“La que fue verde / mece hoy su cobre, / final tesoro”. Juan Ramón habla, exactamente, de una palma seca. Pero, ¿quién me asegura que no habla de la muerte o de los finales o de lo que tú quieras? De los fantasmas, por ejemplo. En la poesía todo es otra cosa: un significado cerradamente abierto, una sugestión. En la vida lo único plano fue la visión que tenía la Iglesia de la Tierra. Ella solita contiene las pistas para que las personas, nosotros, animales despistados, nos conozcamos un poco, nos aceptemos algo y sepamos más o menos por dónde pisamos.
En otro poema, unos cuantos años después, Juan Ramón supura: “Ya no tengo nada que purgar. / Toda mi impedimenta / no es sino fundación para este hoy / en el que, al fin, te deseo; / porque estás ya a mi lado”. Y habla, concretamente, de Dios. Y digo yo: y de la muerte y de los finales y de ti. Antonio Colinas nunca le preguntó a Victoriano Cremer, que ayer falleció a los ciento dos años, por el significado de un poema –una especie de loa lamentosa- que, él entiende referido a España –una España caída en guerra-. Pero ese mismo poema podría ser una alusión a la muerte misma, a los finales, a los fantasmas o a ti. Yo, por si acaso, sigo dando gracias. ¿A quién? ¿A Juan Ramón?, ¿a la poesía?, ¿a la muerte?, ¿a los finales?, ¿a los fantasmas? ¿a ti? ¿a ti que existes o a ti que no? ¿Quién de todas las personas eres tú? ¿Y yo? ¡Menos mal que de la última persona que me fiaría es un relativista!
Teoría(s) de la literatura. Fluctuaciones.

Brizna de energía eléctrica

12 junio de 09

“Yo quiero ser el último en apagar la luz”. Manuel Vázquez Montalbán. La súplica suena a eslogan al que adherirse. Mantuvo su compromiso político hasta el final, incluso cuando, como decía una crónica de Tereixa Constenla, “lo único que se podía aplicar al comunismo era la letra de Golpes Bajos ‘Malos tiempos para la lírica’. Ni entonces torció su convicción. Cuando le reprochaban que ese modelo se había desplomado zanjaba con esa petición: ‘Dejadme que apague la luz’”. Pero Bangkok se cruzó como un ave negra. ¡Cuánto habría disfrutado Manolo con esta crisis que ha dejado tocado y hundido al capitalismo! Unos dicen que los parches están siendo marxistas; otros, keinesianos. Ninguno, liberales. El liberalismo sólo sirve para luchar contra los absolutismos y para remar cuando ya te está llevando la corriente. Su relajación le acerca a los anarquistas, encima, menos libertarios. La crisis es total, sistémica. Moral y también energética. Cuando todos interruptores caigan seguirán quedando las velas y a ésas no las apagan ni los huracanes. Y siempre habrá encargados últimos de apagar la luz.
El caso recuerda el de Andrea Camilleri: “Mi corazón sigue siendo del PCI, a pesar de la muerte del PCI. Yo soy un viudo fiel”… Su detective-compañero-personaje se llama Montalbano.

Brizna de forma (da)

11 de junio de 09

“Cada vez que oigo hablar de fondo y forma me pregunto si un matrimonio es macho o hembra”. Escritor cubano no identificado.
Escoger una palabra, con su significado, es desechar las demás. Y nada tan ideológico como una palabra. La forma afecta al fondo.