29 de diciembre de 2016
“Sólo aquello
que invita al desfallecimiento merece ser escuchado”. Cioran, Ese maldito yo. Las obras no han de gustar, deben causar impacto. Primero desafilaron los cuchillos. Los tenedores dejarán de trinchar. Llegará el día en que nos alimentemos de
sopa. Boba.
Brizna de untadura y babero
Brizna de piel decolorada
25 de diciembre de 2016
“Cuando la
utopía, el intento de abarcar el infinito, se convierte en el objetivo
principal, la forma ha de permanecer abierta”. Alfred Brendel. Los agujeros son
distintos de la grieta. Por la segunda entran el escozor y la felicidad; los primeros son pasadizos horadados para el sol, que luego elige la grieta
para penetrar en la realidad, de súbito, calidoscópica. En el fragmento
está la obra como lo particular contiene lo universal. Y a Belén pastores: el paseo redimirá vuestra limitación fabricada con balidos.
Brizna de piel neuronal
18 de diciembre de 2016
“Cuanto más
pienso menos soy”. Kierkegaard. El pensamiento viene a ser como el vaciado de
un molde. Con él podemos hacer réplicas de escultura, no esculturas. El creador
provoca seísmos y va por delante del sabio, que al final no sabe nada. Como mucho, dirá de qué magnitud fue el temblor. Y el no-ser, que ya no piensa, tampoco
siente.
Brizna de Penélope
15 de diciembre de 2016
“La poesía /
es la conciencia / (…) trabaja / a favor del olvido de uno mismo”. Fermín Herrero,
Sin ir más lejos. Leyendo te borras. La
paciencia te pinta de nuevo. “En ausencia de Dios, / lo espera”. Ensoberbecida
capacidad de guiarse tiene el humilde.
Brizna de Ariadna
12 de diciembre de 2016
“El instante
es la carne del tiempo”. Eugenio Trías. Los proyectos, su osamenta. Si “la
verdad tiene hoy muchos detractores” es porque la piel ha dejado de sentir. Trías
leyó a Calderón para derribar a Derrida. Desde la fosa, huele la piel de San
Bartolomé en la Capilla, como un reloj blando, sin memoria. La verdad derretida
es un horno crematorio.
Brizna de metacinismo
4 de diciembre de 2016
“El artista
no debe pensar en las consecuencias morales de sus actos”. Albert Serra. Si a Truman
Capote le hurtas su condición de escritor, ¿qué obtienes?: un abogado de oficio.
Bueno, o un periodista o un activista. Nunca A sangre fría, el tipo de libro que esos profesionales y esa
persona necesitarán leer después del trabajo. Capote tuvo que mentir para
llegar a la verdad, como tantos, y la verdad sólo es redonda si acaba mal.
¿Cuándo fue más compasivo?: ¿conduciendo secretamente al patíbulo a los
acusados, o en la novela del Upper East Side, desayunando en Tiffany’s? El arte
es una punción que la naturaleza hace en la cabeza del hombre, una trepanación
armónica en papel de regalo. Si no habla del ser humano –daguerrotipo de
flaquezas, bajezas, fantasías, contradicciones, absurdo y heroísmo-, da igual
que hable o sea muda. El artista debe ser una modelo en ropa interior –frase que
dedico a las feministas-. Ha de limitarse a mostrar
para que otros miren, no practicar aeromodelismo y conducir el juicio del
lector. El sujetador es fundamental: si mostrara toda la piel estaríamos en un
palacio de justicia. Sin voyeurismo,
sin exhibicionismo, lo que hay es conducta plana, propia de señal
institucional, o de fiscal, o de púber. “La moral del artista no tendría que
ser muy distinta a la del fabricante de armas. ¿Cuál?: ¿fabricar una pistola
que no mate? No. Su deber es diseñar el instrumento más mortífero”. Sin confundir:
al frente de un ministerio –y, menos, el de Defensa- y de una embajada –y,
menos, la de Washington-, no cabe un sujeto con pasado en la industria
armamentística. Son planos distintos.
El cínico es
un cruce entre el casto y el decente. Una artimaña de persona sensible y
caritativa. Si no, no hay un cínico, sino un hijo de puta. Pero al final dice también
Serra: “El cine exige creer en una ilusión, huir del cinismo”. ¿Ironía socrática?,
¿risotada impugnadora?, ¿sinceridad inculpatoria?, ¿confesión de san Agustín? Sin
bondad no hay persona. Y la bondad nunca es falsa si es por amor… al arte.
Brizna de aire sereno
2 de diciembre de 2016
“El amor,
una caligrafía en el horizonte”. Fernando Menéndez. Que a veces se disfraza de
cercanía. Vivir es derramar tinta. No usarla, ¿verdad, fray Luis?, también.