Brizna de coordinantes

24 de diciembre de 2018

“Ser y no ser”. Parménides. Alguien se lo podía haber dicho a Hamlet, que habitaba el mundo disyuntivo. ‘Querido príncipe: no hay enfrentamiento; hay continuidad’. Ago así. “Nacer y perecer”. Nada fuera de la copulativa.

Brizna de enderezamiento

5 de diciembre de 2018

“La torre de Pisa, cada vez menos inclinada”. Titular de periódico. Es la corrección política, estoy seguro. ¡Cómo va a ser, una torre torcida! Y cuando entiendan que, por motivos obvios, las torres son machistas, las tirarán. Y el minotauro sonreirá desde el interior del laberinto. Teseo ha dejado de leer. El minotauro hojea estos días La trampa de la diversidad. Teseo consulta el móvil. “Vamos a ver hasta qué punto las personas, en vez de preguntar al móvil lo que ignoran, preguntan lo que saben”, zorrea Escohotado. Se llevaron las Ideas, nos trajeron la ocurrencia. Pero cuándo. “Si bien ya casi nadie leía, por lo menos todo el mundo sabía leer”, escribe, despanzurrado por la risa, Jules Verne a mediados del XIX, pronosticando París en el siglo XX. Malo, cuando el consuelo es irónico. En esa ¿utopía? “la Academia Francesa no contaba con ningún literato”. Pero, eso sí, “los cien mil faroles de París se encendían simultáneamente”. En esas andamos, XXI. La destilación del pensamiento contemporáneo, la auténtica aportación millennial es el gif. Eso sí, inclusivo. Si antes vivíamos en el titular, ahora en el meme. Las urnas arden. Y si comen carne, las prohibiremos. El pensamiento débil resistirá. Lo regó una laxitud moral que bien pudo arrancar en el sesenta y ocho –hay tiros por la culata menos sangrientos-. Y el estructuralismo y el fragmentarismo posteriores, que en arte sí han funcionado, viven su apoteosis en las redes sociales. “El infantilismo es perverso per se”, dice Tomás Cuesta. Mucha crítica. Poca autocrítica. Ninguna rebelión.