30 de octubre de 2017
“No se puede
leer tranquilamente un ensayo en las barricadas”. Passolini. Los adoquines son ideas
rectangulares. Mancan. Pero son mano de sastre.
Brizna de pavimentación
Brizna de destino
27 de octubre de 2017
“¿A dónde va
aquello que olvidamos?”. Eduardo Chirinos. La memoria es una forma de amor. Tenemos los bolsillos llenos de agujeros.
Brizna de sala vacía
22 de octubre de 2017
“Me gusta ir
a los cines cuando están vacíos”. Gonzalo Suárez. Como la cabeza de un
mandamás. Sin toses. “Al restaurant también. Que haya poca gente y se pueda
hablar”. Proyectan El extraño caso del
doctor Fausto (1969). Acude a presentarla y no le molesta ver cuatro
espectadores. Al contrario. Se crece: “Estamos en un momento ideal”. En tiempos
de vulgaridad programada, lo extraño contiene la clave del acierto. “Añoro una
partida de ping-pong”. La pelota marca, entre pala y mesa, el paso
del tiempo por un mundo que se agota. En presencia de nadie. En silencio.
Brizna de autos de fe
18 de octubre de 2017
“¿Qué novela
no tiene autoficción?”. Alberto Manguel. ¿Qué poesía no tiene polvo de
estrellas? “¿No son autoficciones el Lazarillo,
Madame Bovary, El idiota, Niebla…? Lo
que llamamos ficción es la traducción de algo que hemos imaginado, soñado,
vivido, oído”. Es un problema de idioma. De cambio de idioma. Edmundo Paz
Soldán lo expresó desde otro punto de vista: “Los escritores esconden sus
verdades más profundas en el lugar más visible del texto, y luego las protegen
diciendo que se trata de ficción”.
Brizna de animales
15 de octubre de 2017
“La risa
distingue al hombre de la bestia”. Gautier. Aunque al enseñar la segunda los
dientes parece se carcajeara. Y nadie me asegura que no lo hace cuando tiene acorralada a una pieza. Igual que una persona.
Brizna de años cuarenta
10 de octubre de 2017
“Me gustaría
escribir todo el tiempo, pero se haría muy aburrido”. Ana Frank, Diario -septiembre de 1942-. Aburrido no
es escribir, Ana, aburrido es el entretenimiento; a ver si te das cuenta, marisabidilla,
igual que te diste de que sólo te distrae el estudio. Durante él, las horas se te
agrupan en sacos de sesenta segundos, y tú las cuentas con deleite, y dices: “Las
campanadas de la iglesia suenan cada quince minutos. Por las noches me dan sensación
de amparo” -11 de julio de 1942-. Eres un perro flaco. Has engordado ocho kilos,
pero eres un perro flaco. “Se han llevado la campana para fundirla. Ya no sabemos
qué hora es” -10 de agosto de 1943-… Y… ¿alguien sabe qué hora es? Con campana
o sin ella: ¿alguien sabe? “No oigo el toque de campanas donde yo vivo (…)
realidad de infancia para siempre ida a la que, en algunos ambientes de la intelligentsia más de batalla, todavía
se desprecia (…) Porque, ¡quién sabe lo que puede resonar un tañido a muerto en
un corazón humano!”. Impresiones
provinciales, José Jiménez Lozano –finales de 2010-. Los diarios, esta
visto, sirven para hablar de campanas. Los muertos, por su parte, andan muy aburridos.
Y eso que no escriben, Ana. Ni siquiera diarios. ¡Con todo el tiempo por
delante! Hay vidas que parecen muertes -y gente que, al respirar, contamina-.
Brizna de encauzamiento
7 de octubre de 2017
“En vez de
disparar, escribo”. Angélica Lidell, La
casa de la fuerza. El arte es un vaso conductor libre de PVC. “En el
escenario puedo asesinar con libertad y también suicidarme un millón de veces”.
Cuanto menos refinada es una sociedad, menos arte consume y más ocupa las páginas
de sucesos. Ajustar las cuentas sencillamente es ponerlas en orden.