3 de septiembre de 09
“¡Ante tal provocación…!”. Luis Buñuel paseaba por el centro de Madrid cuando se cruzó con unos curas. A eso se refiere la cita. ‘Ante tal provocación’. No se puede decir más con menos. Una de tantas demostraciones de que en lo tangencial reside lo concreto. Los no versados en ironía, pobrecitos, sólo entienden la tabla del dos.
Brizna de perspicacia
Brizna de antimonarquía
2 de septiembre de 09
“¿Qué opino de los premios? Hace un par de años me llama Anson para decirme que estaban buscando a Kundera para darle el Príncipe de Asturias. Le pedí todos los detalles y llamé a Kundera y me preguntó qué era eso. Entonces le contesté que para el premio había que ir a una charlotada con trompetas y pompa. Y me dijo: ‘¡Yo no voy a una charlotada!’. El lado charlotesco del Cervantes, por ejemplo, es impresionante. ¡Qué necesidad hay de humillar a un escritor poniéndolo frente al rey! Si se hiciera en un puticlub con alguien interesante, todavía”. Fernando Arrabal.
Rara vez una imagen –si no es poética- vale más que mil imágenes. Pero una buena cita, sí. El otro día Cayo Lara explicó al monarca cómo ir construyendo la Tercera República. Con esta reflexión, Arrabal desnuda un poco más al rey, auténtico bufón de sí mismo.
Brizna de naturaleza
1 de septiembre de 09
“Al bosque le he pedido que cuide de mi alma, que la bañe con jugos luminosos, con sus resinas rojas. No quiero un alma pura: sólo un alma que huela a rama quemada por el sol, a nido y a musgo, a río sin retorno (…) No quiero un alma pura que solamente mire al cielo. Quiero un alma que lleve su gemido hasta la boca del bosque y que la salven si pueden los ríos subterráneos, las promesas del liquen. Y por eso le he pedido al bosque también que lamiera mi alma con su lengua invisible”. Vicente Valero.
Mi amor por la naturaleza no obedece a senderismos ni domingos por la mañana descubriendo fuentes, cuyo chorro, si cuelga metro y medio, se convierte, de facto, en cascada. Mi amor por la naturaleza es más bien antropológico y político. Sé que en sus faldas está el origen de todo y que de su defensa presente depende el bienestar del futuro. Mi amor por la naturaleza también es griego. Me gusta el ejemplo de Virgilio: cultivar el huerto seguido de unos versos o una tradución.
Desde la ciudad se cuida bien la naturaleza. ¿Qué esperas, lector, de una persona a la que le gusta ver quioscos donde comprar el periódico, pastelerías donde adquirir ambrosías, pasar por delante de hospitales y teatros, es decir, de Desarrollo?
En la impureza reseñada por Valero habita la posibilidad más alta de lo puro. La naturaleza bien puede ser otro paraíso perdido, como los abrazos de la amada cuando deja de serlo; la niñera de mis destemplanzas, la nodriza que alimenta mi sed de justicia color de pezón.