29 de abril de 2010
"Los que leen poesía la necesitan como drogadictos". Francisco Brines. Convencido de que los versos educan la sensibilidad, el reciente Premio Reina Sofía de Poesía matiza el tópico: "El lector de poesía no se busca a sí mismo, sino que busca la verdad del otro". Pero la cita de cabecera me refresca aquello otro de Auster: "Si no escribo me siento como un neurótico más". No hay autor que, si emplea la sinceridad, no se considere un poco enfermo y extraviado.
Brizna de ansiedad
Brizna de fingimiento
3 de abril de 2010
"Hay miles de poemas políticos abominables, pero no tantos como pésimos poemas de amor". José Emilio Pacheco. ¡Qué gran verdad! A menudo se cargan las tintas contra la parte política de Neruda, Alberti, Hernández, etcétera. El compromiso es un terreno embarrado, líricamente hablando, por eso resultan admirables los hallazgos de Sánchez Santiago o Fermín Herrero o Antonio Gamoneda o Caballero Bonald o la parte rescatable de Riechmann.
Resulta mejor la relación abstraída e indirecta, no se debe escribir un poema como si fuera un artículo.
Para Pacheco no hay más autorretrato que los poemas. "Los poemas no mienten, yo sí". Lo cual nos lleva al paradigma de Pessoa, el poeta es un fingidor. Quienes lo citan esconden, seguramente por ignorancia, lo que sigue: "Que hasta finge que es dolor, el dolor que en verdad siente". Mucha simulación, pero dolor que en verdad siente. Bañado de estilo. Vale. Como el juego exagerado del propio Pessoa. Por no hablar de Pascal: "Es casi imposible fingir que se ama sin convertirse ya en amante".
Brizna de inteligencia
2 de abril de 2010
"La inteligencia puede ser un lastre". Magnus Carlsen. Tiene diecinueve años y es el número uno del ajedrez. Es "caótico y tendente a la vagancia". Superdotado. No quiere ni oír hablar de su cociente intelectual. Dice, como para distraer, con una infinita ternura irrisoria anti Freud: "Mi padre es más inteligente".
Nació en Noruega; "Los jugadores de la Unión Soviética tenían una gran ventaja. En Moscú disponían de un enorme archivo en el que se ordenaban cuidadosamente incontables partidas en fichas de datos". Hoy esos datos pueden comprarse, en deuvedé, por ciento cincuenta euros. "En un disco se almacenan cuatro millones y medio de partidas". La tecnología facilita demasiado las cosas. Hace niños tontos, lastrados. Vamos camino de la máquina.
Brizna de letra digital
1 de abril de 2010
"La resistencia al libro digital por parte de los editores surge del comprensible temor a su propia obsolescencia y a la complejidad de la transformación digital que les espera y en la que buena parte de su tradicional infraestructura y, quizá también ellos mismos, será redundante". Jason Epstein. Perogrulladas aparte, ¿por qué no cita la resistencia de los lectores. El cedé acabó con el vinilo hasta que el empuje de los consumidores reales devolvieron al elepé a su viejo lugar en la discoteca. La forma modifica el fondo.
Otra cosa es que el presente, no el futuro, sea digital. Pero, más que los editores literarios, fueron los de los diarios quienes llevaban el paso cambiado. Quizá porque, como dice José Emilio Pacheco, "el mundo electrónico es para quienes nacieron en él". Empezaron cobrando por sus contenidos digitales, los abrieron y los están volviendo a cobrar sin saber todavía quién está dispuesto a soltar la moneda. Corto plazo. Mitad del proceso. Hay tendencias, se puede apostar, mas no establecer predicciones ni sacar conclusiones.