7 de febrero de 2015
Las ventanas ayudan
a encuadrar la vida. Deberíamos salir a la calle, por la mañana, con una en los
ojos; dispuestos a elegir el mejor plano posible, incluso al cruzar una calle.
La realidad es un montón de cristales rotos que tenemos que unir, pieza a pieza
o eligiendo la mejor parte por el todo.
Desde la cafetería,
el coche es un plano; el árbol, un plano; la luna, una luna. El plano, un
almacén de pupilas; la vida, un plano inclinado. Desde dentro, la noche es la
noche, un solar estanco al día; ella, él, la misma secuencia, el mismo adeéne.
Desde fuera, la
noche permite el día, que no es la noche al revés sino un revés de la noche.
Desde fuera, el
coche son sus asientos; el árbol, la clorofila; la luna, una estrella.
El exterior es una pantalla. El interior, un espejo.
Desde dentro, afuera estás tú; desde fuera, obligas a
existir a los demás con tu mirada.
Brizna de noche
Noche serena, Hipónimo e Hiperónimo