24 de febrero de 2010
"Hay que cambiar la actual política económica". Mariano Rajoy. Lo ha conseguido. Ha conseguido que nuble mi bitácora hablando de él. Qué pesadito. Dice que está preparado para gobernar pero quiere heredar la presidencia, por lo que no se precipita en tomar decisiones.
Desde que cayó el telón de acero, los conservadores tienen una guindilla en el culo de la ideología que les impulsa a apelar, de vez en cuando, a una bajada de impuestos dentro de una, también, siempre, conveniente reducción del gasto público. Normal, ellos no creen en el Estado. Sus dirigentes son presidentes de la patronal metidos a políticos. Particularmente en nuestro país. No cesan de exigir unas reformas, en materia económica, inéditas en el resto del mundo y, más, en contexto de crisis, donde la actividad no la impone el gasto privado. Obama ha subido los impuestos y, en general, el bloque anglosajón se ha desvirgado estatalizando. Han reflotado empresas, han subvencionado y han puesto pastizal por delante y por detrás. En planes E, como el español, o J -Simpson-.
Angela Merkel, atrevida y papista del Este en el Oeste, aceptó la condición de los liberales alemanes y anunció una bajada impositiva. Hasta que se dio cuenta de la deficiente situación económica que maneja. "Vamos a tener que esperar un poco, a ver si mejora la cosa", masculló. De lo que se deduce que, cuando la cosa está malita no hay que tocar los impuestos, si no es al alza.
Ahora, el plan de ajuste que ha tendido la Unión Europea en Grecia, esa cumbre clásica que está más en ruinas que el Partenón, pasa por subir los impuestos. Entre otras cosas menos alentadoras, quede dicho. Pero, ¡anda!, qué original, ¿eh?, subir los impuestos. Otra vez.
Rajoy es el único dirigente del mundo conocido y desarrollado que da la matraca ideologizada con bajadas de impuestos, entre otras lindezas precarizadoras.
Si es un axioma que los mercados financieros han llevado al precipicio la economía mundial, es otro axioma que los Estados han puesto la red. ¿Y ahora quieren dictar éstos las reglas del juego para volver a forrarse? Por más que sea perfectible, la única gestión válida ha demostrado ser la pública. ¿Y basada en qué, señores?. En intervención e impuestos. Copien diez veces la frase como si estuvieran en el colegio. A ver si la derecha española se entera y deja el manual neoliberal en el cajón unos meses. Porque... qué pesada, por favor.