18 de febrero de 2011
"Nuestra civilización sólo pretende divertirse hasta morir". Jon Juaristi. Será por eso que habita la infelicidad. El autor lo suelta sin criticar -"llueve sobre mojado"-, como definiendo y, sobre todo, citando a Neil Postman, autor de la frase. Juaristi es un personaje polémico, converso de mala baba -o mala hostia-, pero inteligente, como tantas veces sucede. El titular me recuerda una expresión que he oído recurrentemente estos días y que no es nueva: salir de fiesta. Lo que antes era salir a secas se ha vuelto unánime e indiscutiblemente salir de fiesta. Suele conllevar discoteca y alcohol y venir pronunciada por cadetes que manipulan el carpe diem con una autoridad como si fueran Horacio. Me parto el culo. Ya puestos, para beber hay que ser César Ruano, si no, nada. Los que llevan esta doctrina radicalmente a efecto son los mismos que ignoran si Córdoba pertenece a Andalucía o a Castilla la Mancha. Y, por supuesto, no se enteran de que forman parte de un ensayo clínico de las teorías evolutivas.
Esta gente es tan libérrima que ve las mismas películas -que no son cine-; escucha -sería mejor decir oye- las mismas canciones -que no son música-; lee -bueno, no lee- los mismos libros -que no son literatura-; y viste la misma ropa. Nunca antes un esclavo fue tan inconsciente de su condición.
A unas pocas páginas hablan de un libro de Michael S. Gazzaniga, autor que incide en el hemisferio derecho del cerebro como enfocado a la percepción y en el izquierdo, a la cognición, que es, contra lo que entiende el común, el del amor. Después de bracear entre sicología cognitiva, etología y neurociencia, Gazzaniga resuelve que nuestras posibilidades específicamente humanas incluyen "la capacidad de preguntarnos por fenómenos de causa y efecto imperceptibles, razonar sobre ellos y explicarlos mediante el lenguaje, el pensamiento abstracto, la autoestimulación, la planificación, la reciprocidad, la matemática combinatoria, etcétera". Uno no está en contra de la diversión, ¡ni mucho menos!, pero ve a la mona Chita más humana que a ciertas patuleas.