8 de febrero de 2011
"A mí me han enseñado a convertir la tristeza en arte". Estrella Morente. Ella entiende también que su padre era un genio. Sólo han transcurrido dos meses de su desaparición. La ausencia le ha dejado una vida "rota por la mitad". Lo dice en Londres, donde prepara una actuación jonda que también pasará por Chavela y Nina Simone.
El dolor sólo existe si es verdadero. Entonces, se convierte en un puntal de la vida de las personas. Pocas cosas, acaso el paso somnífero del tiempo, lo contradicen. Sin embargo, la belleza -en el caso de la cantante, venida del flamenco- podría representar una almohada necesaria donde restañar las heridas. Un apoyo, ínfimo, pero un apoyo.
Seguramente la grandeza de los artistas consista en convertir el agua en vino. Debido a su extravío metafísico y su inadaptación natural al mundo, experimentadores de más dimensiones que el resto de mortales, les imagino capaces de sacar fruta del árbol de la ciencia del arte sin frivolizar la desgracia. El dolor es experiencia de vida y en él descubrimos posibilidades y estados de ánimo inéditos. Al escuchar una canción, leer un poema o ver un cuadro podemos sentirnos acompañados, algo así como una extraña solidaridad.