Brizna de conversión

9 de abril de 2011

"¿Que la poesía no se paga? ¡Pues me lo pone usted en prosa y me lo paga!". Pierre Mac Orlan, muy joven, después de recibir las alabanzas de una revista en la que deseaban publicarle gratis unos versos.
Escucho la anécdota en la voz de Umbral, quien remacha: "Entonces yo lo que hice fue poner en prosa toda la poesía que llevaba dentro, venir a Madrid y venderla. Ahí se termina la historia. Hasta hoy". ¡Tanta gente, después de Umbral, continúa emprosando poemas! Tanta y, en realidad,... tan poca. Escucho estas reflexiones luminosas gracias a Germán Sánchez, cuya dedicación profesional consiste en bucear y alimentar el océano-archivo sonoro de Radio Nacional.
Umbral: poesía en el periódico, en el ensayo y en la novela. En todos los sitios salvo, precisamente, en la poesía, en el libro que recopila sus versos de circunstancias. Hasta en eso se pareció a Marcel Proust: hechizado por la poesía, dio el paso a la narrativa y terminó dejando los poemas propiamente escritos para el juego, la cosa social y la celebración de afectos, lealtades y devociones. Proust, a su vez, influido por Mallarmé. Está claro: sin discípulos no hay maestros.