Brizna de fugacidad

11 de junio de 2013

“El tiempo nunca retorna, ésa es la razón de la melancolía”, Julio Llamazares, Las lágrimas de San Lorenzo. Algunas fuentes disponen de circuito cerrado, ¿en ellas encontraría Heráclito la misma agua? Fugas, cañerías tumefactas, desprendimientos de óxido, llaves de paso calcificadas, bacterias,... al cabo de un mes, esa agua dudo fuera la misma. El eterno retorno, cuando se produce, ya es otro. “A los veintinueve creía aún en el infinito (...) Las palabras sin nada que nombrar se borran. En eso son como las estrellas (...) Las estrellas parece que no van a desaparecer jamás y, de repente, dan un salto en el vacío y se borran para siempre como si nunca hubiesen estado ahí... Pues lo mismo pasa con las personas (...) sin ni siquiera dejar un rastro de luz”.