12 de enero de 2018
“La Fiscalía pide cinco años de cárcel para Juana Rivas por sustraer a
sus hijos”. Titular de prensa. Una primera versión del rapto, escatológica, se
llama arrebatamiento y está en
la Biblia. El más celebrado se halla en el texto mitológico; en él, la mujer y también
el varón joven son objeto de apetito desesperado. Plutarco y
Ovidio lo glosan. Antes lo hicieron Homero y Herodoto... y mucho después,
Rubens, quien se especializó. En el Prado hay varios. Uno
aboca al amor a Plutón y Proserpina. Pero también se apunta Rembrandt. Etcétera. En los
últimos meses, al tiempo en que Juana raptaba a sus hijos –rapto de texto
legal, no mitológico-, el ultrafeminismo se quejaba del pictórico por “machista”-.
La acusación de infundir una cultura del sometimiento la llevaron ¡hasta Hopper!
Juana se escondió con los niños y fue vitoreada. Se contagiaron del alborozo la
presidenta de Andalucía y el del Gobierno. Inevitable recordar que en Roma cubrieron
hace dos años varias esculturas clásicas cuando el presidente iraní visitó los
Museos Capitolinos. No fue respetar otras culturas, fue abjurar de la propia. La
situación actual –estatuas y juanas- sí es un rapto, el rapto de Europa. Una Europa acomplejada -desafinada dice Penderecki- que debiera sentir orgullo.