10 de noviembre de 2015
“Soy consciente del
peligro que la sociedad libre y, más aún, los mecanismos del mercado suponen
para la cultura. Soy consciente, por supuesto, de que casi todo el mundo
prefiere cualquier basura a Cortázar o Hrabal (…) Supongo que una ola de basura
literaria y televisiva invadirá nuestro mercado, y no veo modo de que podamos
evitarlo”. Ivan Klíma, en 1990, recién abolida la censura checoslovaca. La integridad
abunda menos que el sentido del gusto, y ya es decir. Después de tener suprimidos
sus libros, y de verse obligado a barrer las calles de Praga, mantuvo la
lucidez: “En esta libertad recién nacida, la cultura no sólo gana algo
importante, también lo pierde”. Y ahí andamos, cavando, en pos del centro de
la tierra; gracias, libertad. Cuanto mejor, peor.