26 de febrero de 05
Rodando por Uranos. Así vagan las ideas en el mundo de hoy, igual que hace dos mil cuatrocientos años. Platón dio a ‘escoger’ entre dos apetitos: el racional y el concupiscible. Su Teoría de Conocimiento acababa en las almas más perfectas: aquellas que, según fabula, habrán contemplado durante más tiempo las ideas en su viaje por el cielo. La potencia que prima en ellas sería la racional. En el otro extremo sitúa el autor las almas concupiscibles, apegadas al deseo de poseer y acaparar -Y entre una y otra, la irascible-.
Teniendo en cuenta que el bien es el fin último al que debe aspirarse, como expresión más alta de las ideas, la potencia del alma que representa mejor el conocimiento abstracto y verdadero es la racional. Como me enseñó en su día el filósofo Tomás Guillén, Platón explicaba el alma para llegar a otras cosas. En él las finalidades últimas son políticas. Sus diálogos y mitos deben interpretarse como expresiones de su propuesta sociopolítica. Hay un paralelismo, pues, entre la división del alma, el conocimiento y la organización social.
En Europa también tenemos dos almas: una social y otra económica. Como en tiempos de Platón, también depende de ellas el modelo político. Si el bien fuera causa de lo que hay, todo imitaría esta idea. Pero, como es obvio, las potencias no están igualmente repartidas en ningún ser. Tampoco en los partidos de nuestras democracias representativas, ombligo de las democracias al modo occidental. De discurso y de sonrisa no anda mal el marido de Sonsoles, pero luego llega el doctorzuelo Pedro Solbes y le aplica al presidente la antitetánica hasta para un morado. Sólo IU disiente. PP y PSOE están de acuerdo a un nivel altísimo. De hecho, Solbes ha colocado a Rodrigo Rato al frente del Fondo Monetario porque piensan igual, el dólar domina Europa.
En Grecia existían dos almas... y un conductor. Los aurigas son los encargados de intentar dominar los corceles que tiran del carro, pues cada uno adoptaría un sentido y una dirección. Tomar las riendas equivale a templar las aspiraciones. El articulado sometido a refrendo el día veinte tenía varias cabezas unipolares: la derechona alquila a las izquierdas una habitación con derecho a cocina, que es la forma más rápida y eficaz de uniformar la diferencia. Por una parte, Berlusconi y el oligarca Gistaing; por otra, Romano Prodi y Durao Barroso. Este último convocó en septiembre la primera reunión informal de la Comisión. Barroso era maoísta en los setenta; socialdemócrata en los ochenta y conservador en los noventa con directrices de ‘capitalismo global’, encumbrado en la máxima institución europea. ¿Adónde habrá llegado ideológicamente cuando el Tratado cumpla unos años?, ¿de qué va a ser garante el chico de los recados de las Azores? Mano dura de la derecha portuguesa tras la renuncia de Rebelo de Sousa allá por 1999, tripula con gesto amanerado un barco de pasajeros, un carro alado, que expulsa los derechos sociales con duros planes de ajuste. Donde no hay constantes vitales, tampoco caben las constantes positivas. Pero él se empeña en hacer la trisectriz de la política liberal.
El 60% de los europeos ya había vuelto en junio la espalda al ‘tratado de ganado’. Tal desaprobación llevó a Schroeder a rechazar de plano un posible referéndum al respecto. El interés ciudadano por el Tratado es inversamente proporcional a las prisas de la clase política por aprobarlo. Un ejemplo: Budapest, capital de parada y fonda europea presidida por el Danubio, dio un corte de mangas a la eurocámara: en la República Checa acudió a las urnas el 30% de la gente con derecho a voto. Pero el poder seguirá adelante con el pueblo o sin él. La prueba son los referéndums consultivos, no vinculantes. Los resultados salidos de una participación inferior al 50%, ¿qué legitimidad tienen? La democracia no respone.
Si el verdadero ser de las cosas son las ideas, como dejó apuntado Platón, estamos muy lejos de la verdad y muy cerca de caballos albinos, irascibles; estamos en el mundo, no de las ideas, sino de los intereses y la empresa. Los comisionados creían que podían dejar de contar con el pueblo pero se sintieron abochornados -“frustrados” dijo Solana- por la bajísima participación. En vez de pararse a reflexionar, huyen hacia delante y gastan los fondos de cohesión en publicidad, que es lo que se lleva, para que la gente se anime. Dice la izquierda timorata y liberal, la que se siente obligada a defender el ‘sí’ que habrá que modificar el texto pronto, pero ha sido redactado “para durar 50 años”, lo que indica el lastre que va a suponer para el ciudadano. Sabemos en nuestras carnes lo que cuesta transformar una Carta Magna. Su escritura coincidió con una etapa de gobiernos conservadores. Y ahora anda la izquierda moderada aprobando los presupuestos de la derecha. Es lo que tienen los partidos mayoritarios, poco margen de movimiento. Cuentan que Medea escapó a la olímpica Atenas por medio también de un carro alado. Concedámosla el beneficio de la duda, máxime cuando el deporte es tan impío como la política. Se dopa el político, se dopa el deportista. La conversión de la campaña informativa en propagandística ha llevado a los profesionales periodistas catalanes a no firmar las noticias referentes a actos de campaña.
Ante el pasotismo ciudadano y la preocupación por no aprobar el plebiscito, los gobiernos sacaron la artillería pesada para tratar de convencernos de que ésta era la única alternativa de construcción europea. De que, en este caso, era mejor la enfermedad que el remedio, de que curar a posteriori es más eficiente que prevenir a tiempo. ¿Para qué lo llaman Unión cuando quiere decir Comunidad Económica Europea? ¿Para qué nuevos envoltorios si mantenemos la filosofía de Mastrich? ¿Cómo se entiende un continente autónomo si está ocupado por bases militares de ‘aquel país’? Precisamente en este jardín salta EE UU que quiere “más capacidad militar” en Rota y Morón. Más despliegue de fuerzas militares. En cosas así ‘canta’ la Europa ‘independiente’... ¿Por qué malograr la oportunidad de una Europa alternativa sin un proceso constituyente digno de serlo? En Francia, algunos conservadores y la mitad de los socialistas, incluido el ‘número dos’ del partido están en contra del texto para el Tratado, que es lo que se buscaba ratificar. Porque aquí hemos votado sin pararnos a pensar que no se trataba de sentirse europeístas o no, sino de leer la pregunta de la papeleta. Habría resultado más honesto no montar el referéndum y aprobarlo en el Parlamento. Esta medida la han adoptado Alemania, Italia, Estonia, Austria, Chipre, Finlandia, Grecia, Letonia, Malta, Eslovenia y Suecia. En nuestra pantomima nacional ganó holgadamente el ‘sí’, pero hubo mayoría absoluta de abstencionistas. Además, en las comunidades más desarrolladas la suma del voto en blanco y el negativo llegó a rondar el 35%.
El modelo diseñado para el viejo continente es forzosamente liberal, motivado por la mayoría conservadora de la cámara. ¿Y qué ha dado el liberalismo? Con los años hemos crecido de manera objetiva en destrucción del medio y trabajo precario. El esquema económico que partía de un salario base suficiente para una familia de cinco miembros ha involucionado hasta la necesidad parejas con dos sueldos sin hijos que mantener, dejando Europa envejecida y a España en el vagón de cola en cuanto a natalidad se refiere; vivimos para trabajar. Ésta es la Europa del capital que se nos agolpa. En el presente, la Administración de EE UU acaba de transferir el control de la energía al sector bancario. Al mimetismo que va la cosa, supone un aviso para navegantes... No estamos en absoluto tan lejos: el órgano rector de una carta de derechos se pretende que sea el Banco Central Europeo.
Dejar la banca como principio base de una ‘Constitución’ es como poner a la zorra al cuidado de las gallinas. Porque la economía impuesta atiende a reclamos capitalistas, no de redistribución. Nos piden la rúbrica para cubrirse las espaldas de legalidad. El Tratado deja la porción de Europa unificada como estaba en todo aquello que era malo o mejorable. El Tratado se hace el sueco ante el Estado de Bienestar, ¿qué se puede esperar si está escrito a todo correr por burócratas de la derecha; el Tratado deja la UE en manos de la OTAN y sustituye el derecho al trabajo por derecho ‘a trabajar’, algo sonrojante. El artículo III tiene lagunas significativas: circunloquios que no garantizan la igualdad entre hombre y mujer -116- y que permiten las privatizaciones de la Seguridad Social, Educación y Transportes -122, 166-. Dejando atado el Estado y cediendo terreno a la empresa privada se desatienden los intereses generales, la capacidad adquisitiva no ha hecho más que polarizarse en beneficio de cada vez menos y menos manos. El ‘progreso’ es dedicar treinta y cuarenta años de hipoteca a pagar un piso. Amartya Sen, Nobel de Economía, dice que la democracia es lo que le falta al mercado para ser justo. ¿Qué idea de justicia saldrá de la futura Constitución europea?, ¿qué porción de tarta democrática será capaz de ceder el mercado?